BCCCAP00000000000000000000913

B A JO EL A N 1 L L .O D E L P É S C A D O R 85 -Este es el Pan. bajado del cielo--.prosiguió Jesús, y volvió a señalarse a Sí mismo-, no como el pan que co– m,ieron vuesh·os padres y mul'iel'On; el que come de este Pan vivira. eternamente. Los escribas desaipal'ecieron, protestando violentamente, de aquellas palabras. Algunos de los discípulos comenza– ron a decir en voz baja: ~¡Qué duras son estas palabras! ¡, Quién puede oírlas? Pedro :vió el .efecto desastroso de aquel sermón, y él también, a pesar de su incondicional afecto, sintió repug– nancia al oírlo, pero esperó una acla1·ación del Maestro. ¿Podría acaso él. medir el valot ele las palabras pronun– ciadas. tan categóricamente por Jesús? Jesl'i.s, viendo que los que se habían marchado eran mu• chos, y entre ellos algunos de los que hasta entonces' le .habían seguido con mayor :fidelidad, se dirigió a los doce y les preguntó : -¿ Queréis h-os también vosotros? Pedro había estado esperando ansiosamente esta prir.~ gunta. Había visto el ambiente demasiado cargado; la fe de la mayor parte de los discípulos a punto de sucumbir; la suya misma, a ')?eimr de que era :tan grande, había co– menzado a fluctuar ... La pregunta, pues, de Jesús fué para él de verdadero alivio. Sintió renacer inmediatamente en sn intel'ior todo el amor que profesaba a Jesús y, adelan~ tandose a todos, contestó con entereza : -'Señor, ¿a quién hemos? Tú tienes palabl'as de :vida eterna, y nosoti·os creemos y sabemos que Tú eres el Santo .de Dios. Pedm ya no habló en nombre propio. Se creyó con de– recho ípara interpretar también los sent.imient:os de sus. compañeros, y así dijo en plural :

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz