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B A J O E L A N l L L O D E L P E S C A D O R 75 'horribles ocupaciones era darse golpes despiadados contra las piedras cortantes de la cueva donde vivía., Las muñecas las tenía llenas de desgarraduras y círculos amoratador;; pro– ,ducidos por las cuerdas y cadenas con que le habían que– rido sujetar inútilmente. Su voz era cavernosa y triste. Todo su aspecto era la expresión de la más desgarradora trage– dia que puede suceder en un cuerpo huinano. Pedro miraba al poseso horrorizado y temeroso de que, 'en un ataque de furor diabólico, se lanzase sobre Jesús y 'lo maltratase. El poseso segúía aullando, gritando, dándose puñetazos en todo el cuerpo, echando espumarajos por la boca y re– 'torciéndose en convulsiones horribles. Jesús se acercó a él y le preguntó : --"-¿ Cómo te Hamas? -Legión'-'contestó el infeliz, con voz temible-, porque ,;omos muchos dentro. El miedo de los discípulos se aumentó con aquella res– puesta. Aquel hombre uo estaba solo. Tenía en su interior una legión de demonios. ¿ Quién ,podría medir sus fuer– zas? Si las cadenas más fuertes las había roto como débi– los hilos de seda, ¿ qué sucedería si se le ocurría arrojarse sobre Jesús y sobre ellos? El endemoniado rugió como una jauría de leones. -Si nos echas de aquí, déjanos entrar en esa piara de puercos. Por la· ladera de la montaña bajaban en aquel momen– to los animales inmundos gruñendo. Eran miles. El ende.– :moniado se puso furioso. Los ojos se le sálían de las órbi– tas. Por la boca arrojaba un espumarajo blanquecino·. Las manos las tenía crispadas desesperadamente. El cueHo se
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