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58 SJLVERIO DE ZORITA -Levántate, toma tu camilla y :vete a tu casa. .EJ enfermo se levantó de su lecho, lo echó al hombro y comenzó a andar, en medio de la admiración de todoe. Pedro se sintió feliz. Se acercó al Maestro y le dijo urnts palabras al oído. Los fariseos se retiraron murmurando, una vez más, y odiando a aquel hombre que se había lla– mado a sí mismo Dio$, Y tramaron darle muerte por ha– ber proferido tan horrible blasfemia. También la gente se retiró, pero repitiendo por calles y plazas esta frase de admiración : << j Hoy hemos visto ha• cer milagros l>> * * * Aquella tarde Jesús no ·predicó más, y después de des- pedir a todos, se retiró a descansar. Después de la cena, Simón dijo a Jesús: -Maestro, tenemos necesidad de ir a pescar. -;.Haced Jo que queráis-les contestó Jesús. Simón y sus compañeros salieron ya bien entrada la no– che. Trabajaron mucho y nada consiguieron. Fué una noche de las malas. Desilusionados regresaron al salir el sol, y se pusieron a limpiar y a remendar las redes en las arenas doradas de la •playa. Estaban en esta faena cuando vieron a lo lejos una gran multitud que se dirigía hacia ellos, y al frente de ella :venía el Maestro. Simón dejó las redes y corrió a recibir 3: Jesús, a quien entregó, como delicado obsequio, unos pececitos pe– queños que a11n luchaban entre la :vida y la muerte. -;.¿Cómo tan pronto has venido Maestro?-preguntó Simón. Jesús le contestó con una sonúsa y, haciéndole señas con la mano, le dijo :

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