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S I L V E R I O D E Z .·o R I 1' A -Ya sé que te llamas Simón; pero de hoy en adelante ,te llamarás KEFAS ('piedra = Pedro). . Andrés miró a su hermano con admiración. ¿, Qué .ha– 'hría visto Jesús en él? ¿Qué misión le. teadría destinada al ponerle aquel nombre misterioso? La escena fué rápida e impresionante. Jesús se retiró, y los dos hermanos :volvieron a su casa. La mujer de Sí– ,món notó algo raro en su marido, pero nada le pregt1ntó. Símón reanudó su tarea de 1·emendar las redes, pero, su imaginación oriental no cesaba de. repetirle el nombre mis– terioso: KEFAS. Y mientras remendaba la 1·ed, se decía a ,sí mismo con extraña monomanía: ¿yo piedra?, ¿pero de ,qué edificio? ¿Yo cabeza?, ¿pero de qué cuerpo? ¿Yo roca?, ¡,pero de qué cantil? Y con este pensamiento se acostó aquel día, y con ·él se "durmió, como con una pesadiHa.