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44 SILVERIO DE ZORITA ., oficial del Mesías. Se dice que está cerca -o tal :vez ya den– tro de nosotros, pero no olvides que es obligación de los sacerdotes el presentarlo oficialmente al pueblo. -Ese hombre es extraordinario-dijo André~. Su, austeridad impresionante; su hablar, enérgico; su humildad, sin límites. Come pobremente y su vestido es una piel de– camello ceñida al cuerpo con un cinturón de c.uero. Si éste no es el Mesí~s, que lo demuestren los sacerdotes.... -'Te repito, Andrés, que no te exaltes de ese modo y esperes a que oficialmente nos le señalen con el dedo. -;¿Por qué no me acompañas hasta él? Tú eres más– inteligente y sabrás desenvolverte mejor que yo. Juan miró a Andrés un poco pensativo, y se decidió a, acompañarle. Era hacia el mediodía cuando llegaron al lugar donde· estaba el '«Bautista)), así llamado a causa del oficio que· ejercía en el Jordán. Andrés y Juan se acercaron al «Bautista)) y le pidieron, ser admitidos como discípulos. El les atendió. Vió en ellos buenos deseos y un cora-– zón sencillo y nb tuvo inconveniente en ello. * * * Pero un día Andrés, tan obediente y tan casero, Hegó– tarde al trabajo. Jonás sospechó algo. -¿Dónde has estado?-le preguntó. -Padre-contestó Andrés-, nunca he visto un hombre· como ese que bautiza en las riberas del Jordán. La gente· ha dado en decir que es el Mesías. -Yahvé te oiga, hijo mío-repuso Jonás. -Todo el mundo lo cree así-añadió Andrés-. Hastac
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