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VI liMÓN :vivía. tranquilamente en Cafarnaún, dedicado iv d-su negocio y al amor de su familia. Y ah:vé bendijo· su matrimonio con una hija, a quien puso por nom-· hre·Petronila, y con este doble amor, de su mujer y su hija,. pasaba los días en la mayor paz, J a,más pudo pensar qu~· muy .cerca de su casa, a orilla del Jordán, se estaba reali– zando la gran éonmocíón espiritual que él y su pueblo tan"" to ansiaban. Del desierto de Judá llegó un homhi·e en extremo aus-· tero y misterioso. La gente, siempre crédula y ansiosa de' no'Vedades, comenzó a decir que era el Mesías. Una piel de camello sujeta a la cintura con un cinturón· de cuero era su vestido, · y su único alímento langostas y– miel silvestre. De Jerusalén, de Judea• y de la región del Jo'rdán veníarr muchos a verle y él los bautizaba y los exhortaba a hacer' penitencia. Su palabra corría parejas con su porte exterior. Era· dura, penetrante, austera. Hablaba de penitencia, de per– dón de pecados. Sus sermones eran dardos encendidos. A los fariseos y saduceos les dijo palabras como éstas : ·~«Raza de víboras, ¿ quién os enseñó a huir de, la ira que os amenaza? Haced frutos dignos de penitencia y no·

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