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B A J O E L A N I L L O D E L P E S C A D O R 29 Allí se alzaron las sillas del juicio, las sillas de la casa de Da:vid. . Rogad por la paz de Jerusalén; :vivan en seguridad los que te aman. Reine la seguridad dentro de tus muros, la tranquilidad sobre tus torres. Por amor de mis hermanos y compañeros, te ·deseo la paz. Por amor de la casa de Yahvé, nuestro Dios, te deseo todo bien.» Terminado el himnÓ, todos aplaudían. Los jóvenes con la alegría más sincera. en el rostro; los ancianos con un rictus de melancolía que hacían más impresionantes sus ojos cargados de años y de recuerdos. * * * Entre los que más gozaban en la cara:vana estaba el niño Simón, que suspiraba por descubrir las torres dora– das del templo, de las cuales había oído hablar en casa. ¡ El templo de Yahvé ! ¡ Qué ilusiones encerraban estas palabras para su imaginación infantil! ... Los ojos se le humedecían cada vez que oía hablar de él, y contaba los minutos que restaban de camino para poderle divisar de . lejos. -Desde el monte de los Olivos-le decía Jonás-po– drás ver, hijo mío, la obra más grande y suntuosa de la tierra .. No hay templo como el templo de Yahvé. ¿ Qué tie• ne, que ver el de los samaritanos sobre el Garizín, si lo comparamos con el de Jerusalén? Además, está escrito que la salvación ha de venir de Judea, y, ante esta verdad in-'

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