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B A J O E L A N 1 L L O D E L P E S C A D O R 25 tares, dice de los dientes de su esposa que son cual rebaño de ovejas de esquila, tuvo en aquel momento todo su en– canto .y frescura. En la terraza las mujeres hablaban a gritos, y cada una pretendía hacer triunfar su opinión. La tarde caía dulcemente. El templo, herido po:r, los ra– yos del sol poniente, parecía un ascua inmensa. El sonido penetrante de las trompetas de ·plata anunció a todos la hora de la oración, y allá en el templo desde el altar de los perfu– mes subía el humo del incienso hasta el trono de Yahvé.

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