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24 S/LVERIO-DE ZORITA El dueño de la casa, llamado Neptalí, entró con una gran fuente en la que humeaba aún un cordero asado. ~Es de mis rebaños-dijo muy orgulloso--, y le he es– tado cebando para comerlo hoy en vuestra compañfa. Ce– lebremos el gran acontecimiento de la purificación de tu mujer "y de la presentación y rescate de tu hijo primogé– nito. Bebed y comed hasta saciaros, que hoy es día de gozo ipara vuestra casa y para la mía. Neptalí comenzó a seryir él mismo, según costumbre. Entre las carnes tostadas se fueron mezclando algunas le– chugas y dátiles. La fiesta se ;fué animando. Las mujeres, separadas de los hombres, participaron también del banquete. La más emocionada era la de Jo– na,s, que, con el niño Simón en los brazos, parecía la es– tatua de la fecundidad, tan deseada de toda mujer israelita. El día pasó en medio de la animación más sencilla, Hombres y mujeres hablaban de temas diversos, desde las noches tempestuosas del lago de Genesaret hasta las dulces emociones de la entrada en la Ciud.ad Santa; desde el lirio de los 'valles, que se abre por la mañana en la llanura de Esdrelón o en las laderas del !formón, hasta los cedros del Líbano o el hisopo que crece junto a los muros de las casas. Pero una idea era común a todos : la de la pronta lle– gada del Mesías. Jonás estaba contento. Pensaba que tal vez aquel niño que acababa de rescatar, y a quien miraba embelesado, podría Hegar a formar parte del reino del Mesías. Su amor de padre así se lo hizo creer. Terminada la comida, los hombres salieron al patio. En aquel momento llegaron los rebaños de ovejas. La ima– gen b~lJísima de Salomón cuando, en el Cantar de los Can•

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