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BAJO El A NI t LO DEL PESCAD O R 239., de· Mirya'm dos pretorianos. con orden. de llevar a Pedro. De· nada sirvieron las lágrimas de Miryam ni. las .protestas de Silas y de Cayo Flaco; el Vicario de Cristo fué sacada violentamente y llevado con otros muchos cristianos a la lóbrega cárcel Mamertina. La entrada de Pedro en aquel' tétrico recinto fué de inmenso dolor rpara · la Iglesia do Roma. · Custodiaban la cárcel dos valientes guardianes llama• dos Proceso y Martiniano. Ambos eran de nobles sentí• .. mientos, y aunque educados en el paganismo, sentían admi- · ración por los cristianos confiados a su custodia. La entra-· da de Pedro en la cárcel vino a aumentar su curiosidad: Cierto día, extrañados los dos carceleros de la alegría" que demostraban todos los cristianos, a pesar de las gran• des privaciones a que estaban sujetos, dijo Martiniano ª" su compañero : __,,¿ Qué piensas tú de estos hombres? ~Que no son como los demáS---'Contestó Proceso--•. Para ellos el sufrir no tiene importancia, y aún se les oye, hablar con frecuencia de su Maestro, que fué muerto en una cruz. Siempre están contentos, y sobre todo, se a'man unos a otros como no nos amamos los demás. Unos hom,– bres que saben cantar en medio de tantas penalidades tie• nen que tener sin duda en su vida algún misterio. ,._,,Creen en la inmortalidad y dicen que, después de· morir, van a gozar de la gloria en el cielo, -Palabras son ésas llenas de 'misterio, y hemos de en-• terarnos. Ahí viene precisamente Pedro, que, según ell'oil dicen, es el Jefe de la secta. -Decidme, buen anciano-preguntó Proceso-, ¿ cuál' es la causa de que en medio de vuestros dolores cantéis r · estéis tan contentos?
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