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:234 SILVERIO DE ZORITA •-que todo el que os quite Ja :vida pensar~ prestar un servi– cio a Dios... )> Silas miró a Pedro tratando de leer en sus ojos toda la ,.amargura que expresaban sus palabras. -«Seréis llevados a los gobernadores y reyes rpor amor ,de Mí para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles ... )> Siguió un nuevo silencio, denso, prolongado... En la •calle se oían risas y gritos de gente trasnochadora. Hubo un momento de silencio, pasado el ~mal Pedro preguntó : -¿ Y dices, Silas, que los juegos circenses comenzaran mañana y que muchos cristianos serán arrojados -a .las •:fieras? -Sí. La gente está deseosa de sangre, y el emperador ·quiere aplacarla. El hombre, como las fieras, cuando huele la sangre se 'hace más cruel. -Hijo mío, quiero encargarte una misión muy delica– da, }mes tengo confianza plena en tu virtud y en tu valor. ·Mañana irás al circo para ver cómo mueren nuestros her– ·manos en la fe y para que 1·ecojas las reliquias de sus cuer– pos consagrados por el martirio... -Con tu bendición iré donde me mandes-contestó Silas. * * * Eran las tres de la tarde; en.medio de un calor asfixian– ·te, comenzaron los juegos circenses. Todo el pueblo de Roma acudió al brutal espectáculo. Sonaron las trompetas de plata, que transmitieron órdenes del emperador, e in– ·mediatamente salieron a la ardiente arena . d.os gladiadores. El sol brill'aba en el acero de la armadura ·y ien la hoja &bruñida de los machetes. Con ·la ansiedad en los ojos se
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