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208 SILVERIO DE ZORITA los fariseos, que defienden que sin la circuncisión de Moisés nadie se puede salvar. Tú sabes la doctrina que sobre este particular yo líe recibido del Señor, y ahora sólo queremos que nos des tú opinión, de la que están pendientes todos los fieles de Antioquía. -.El caso de Cornelio, que acabas de citar~contestó Pe– dro-, es suficientemente claro. Mi opinión es idéntica a la tuya; no obstante, para que nadie tenga que echarnos nada en cara, oiremos el parecer de toda la asamblea. -.Me parece muy acertada tu determinación. Aquella misma noche se reunió el primer concilio o asam– blea. Lo •presidió Pedro, que :foé el primero que tomó la palabra, y habló así: -Hermanos, tenemos el gusto de ver entre nosotros a Pablo y a Bernabé, a quienes todos vosotros conocéis por sus grandes trabajos apostólicos. Vienen de Antioquía con una duda importante que nosotros debemos resolver con nuestra suprema autoridad. Va a ser el mismo Pablo quien la va a exponer con la clarídad y energía que le distinguen. Estad, pues, atentos a sus 1 palahras, y después juzgad según vuestra conciencia y según Dfos·. Pablo se levantó y comenzó de esta manera : -Hermanos : Bien sabéis que nosotros somos judíos de nacimiento, no pecadores procedentes de la gentilidad; y sabiendo que no se justifica el hombre por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo, hen1os también creído en Cristo Jesús, esperando ser justificados por la fe de ·Cristo y no 1 por las obras de la Ley, pues por ésta nadie se justi– fica. Mas si buscando ser justificados por Cristo somos aún tenidos por pecadores, ¿ será que Cristo es mini~tro de pe– cado? De ninguna manera. Si vuelvo a edificar lo que ha– bía destruídó, a mí mismo me doy por desertor. Mas yo,
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