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B A J O E L A N I L L O D E L P. E S C A D O R 197 sí de gozo, e invitó a Pedro para que se quedase algunos días en su compañía, a lo que el apóstol accedió muy gustoso. La noticia de la admisión de los gentiles en el seno de la Iglesia no tardó en correrse por. todas las hermandades. Pasaron algunos días. Pedro volvió a Jerusalén y allí se enteró ele. los desfavorables comentarios que había sus– citado el bautismo de Cornelio. En la primera reunión se levantaron algunos de los judíos convertidos y :Protestaron airadamente. --¿Gómo has entrado en casa de incircuncisos-se atre• vieron a rpreguntar a Pedro-'-, y has comido con ellos? ¿Aca– so nuestra Ley no prohibe eso? ¿No recuerdas que el Maes– tro dijo que había sido enviado a las oyejas que habían perecido de la casa de Israel y que no entríísemos en las ciu– dades de los gentiles y de los samaritanos? -Es cierto cuanto decís-respondió Pedro-, pero es• cuchad., Estaba yo en la ciudad de Joppe ·en oración, y vi en éxtasis una visión de cierta cosa que iba descendiendo a manera de un gran lienzo descolgado del cielo por las cuatro puntas que llegó junto a mí. Mirando con atención, me puse a contemplarle y le yi lleno de ani:males cuadrúpedos ierrestres, de fieras, reptiles, y yolátiles del cielo. Al mismo tiempo oí una :voz que me decía :. «Pedro, le:vantate, mata y come.» Yo respondí: «De ningún modo, Señor, porque hasta ahora no ha'entradó jamás en mi boca cósa profana o inmunda.>> Mas la voz del cielo, hablándome segunda yez, me replicó : «Lo que Dios ha '.()urificado no lo llames tú
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