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XXVI J QU.EL día estaba Cornelio mirando con lllayor Uusióll'.· ~ que nunca el mar. Las aguas parecían más azules '1 la espuma de las olas más. blanca. Cornelio era un valiente soldado, centurión de la é!O•· horte Itálica, .que estaba al trente de la plaza de Cesarea,. por su valor y su rectitud militar. Su corazón jamás se había estremecid.o ante cl. frago1'· de las batallas, pero se emocionaba como un niño ante un amanecer radiante o un ocaso melancólico. Era Cornelio delicado en sus sentimientos, fiel cuin• •. p)idor de su religión, temeroso de Dios y gran amigo de los pobres, cualidad esta última que le había granjeado el Qariño de toda la ciudad de Cesarea. Un día, como de costumbre, subió al terrado de 8U cata– para orar y a eso de las tres de la tarde su mirada se per• · dió en la lejanía del mar y su alma quedó embriagada en una especie de arrobamiento. Vió delante de sí a un joTe.D, de porte distinguido y :vestido deslumbrador. --,¿Quién sois?-le preguntó. ----¿No me conoces? Soy un ángel de Dios y vengo a Wl•· hlarte. , Cornelio se tapó los ojo• coD amhM manoe. Tem16, J:Q.orir. _:,Tranquilízate-le dijo ~1 &ngel-r mírame.

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