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B A J O E L. A NI L L. O D E L P. ESCA D O R 181 -Llamadlos. El oficial partió ínmedi.atamente ~on su piquete ·· d(i soldados; En el atrio de Salomón cmcontraron a Pedro y a sus compañeros dirigiendo la palabra a una gran multitud. EJ ofidal se les acercó y, en :v.oz baja, les anunció la orden del Sanedrín. · · Pedro obedeció a los agentes de la autoridad. Los san~ edrifas, al verlos tan sumisos y obedientes, creyeron gana– da la partida, y les recibieron con hipócrita complacencia'. -Acercaos-les dijo Anág:-;. Sabemos que el pueblo os adora y os escucha .con gusto. Esto nos satisface grande– mente. Pero es nec.esario que obedezcáis las leyes establP~ cidas respecto a la :forma y lugar de hablar en público; Ayer tarde mandamos que se os encarcelara por haber quebrantado esta ley, y hoy, a primera hora, habéis :vuel– to a violar nuestro mandato. Se os ha dicho también que no habléis más de Jesús de Nazaret, de ese honíbre que. murió crucificado, y vosotros no habéis obedecido... Por fanfo; usando de nuestra surprema autoridad, os mandamo$ qµe no volváis a hablar m"ás de ese impostor... Pedro, que hasta entonces había estado ·con la cabeza ínclinada en actitud reverente, la levantó, clavó los ojos, primero, en el astuto Anás; después, en los otros miem~ hros del Consejo, .y, con gran entereza, les dijo: -Es preciso obedecer .a Dios antes que a los hombres; por tanto, no haremos caso de vuestras razones ni de vneir~ tras amenazas. El Dios de nuestros pad;res ha resucitado a Jesús, a quien vosotros habéis hecho morir tolgándole e~ un: m.adero. A Éste ensalzó Dios c<>n su diestra por Prín• c:i!pe y Sal:vador para dar a Israel el arrependmient<> y fa remisión de los pecados. Nosotros somos testigos de esta11
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