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XXIU é Jerusalén no se hablah~ de otra cosa. La religión del Nazareno crecía como la espuma, y todos los qne ingresaban en ella lo primero que hacían era ve.nder sus bienes y entregar su producto a.los apóstoles para que lo distribuyesen entre los pobres. Cierto día llamaron a Ja puerta del padre de lVfarf.OS un hombre. y una mujer. -,¿ Qué deseáis?-preguntóles Ja portera. -¿ Vive aquí Pedro, el jefe de los discípulos de J esns de Nazaret? -Sí. -Queríamos verle. -'-Ahora le Uamaré. Los .que tan humildemente hablaban con la portera eran A:nanias y Safrra, un matrimonio a quien los sermones de Pedro habían preocupado. Pasados algunos minutos, Pedro asilareció en el umbral. -,¿ Qué se os ofrece? ---Qurremos-dijo Ananías-formar parte de la comn- .ni.dad que :tú presides, y para mejor hacerlo, deseamos ven– ·der nuestros bienes y poner su valor en tus · tri.anos. -Me parece muy bien. ¿Cómo os llamáis? ---;Yo Ananías, y mi mujer Safira.
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