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ll70 SILVERIO DE ZORITA .her por virtud de quién ha sido curado, dedaramos a to– dos vosotros y a todo el pueblo de Israel que la cuwdón se ha hecho en nombre de nuestro Señor Jesucristo Naza– .reno, a quien :vosotros crucificasteis y Dios ha resucitado. En virtud de tal nombre, se presenta sano ese hombre a vuestros ojos. Este Jesús es aquella piedra que vosotros desechasteis al edifkar, la cual ha venido a ser la principal piedra del ángulo; fuera de Él no hay que buscar la sal– vación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombr1:s otro nombre debajo del cielo por el cual debamos sal– ·varnos. Las' palabras de Pedro, pronunciadas con tanta liber– tad, extrañaron a todos, máxime sabiendo que era hombre ·iletrado, por lo que no se atrevieron a dictaminar senten– •cia condenatoria. La curación del tullido no daba lugar ~ duda; en toda Jerusalén se comentaba el caso. Ellos mis– mos habían dado más de una vez limosna al tullido al e~– ·twr en el templo por la puerta «Hermosa)). Condenar, pues, a aquellos hombres era exponerse a los odios de la multitud. Mandaron salir fuera de la sala a Pedro y a Juan, y durante unos momentos deliberaron entre sí acer• •ca del caso. · -¿Qué hacemos con ellos?-preguntó Anás-, porqm ,el milagro es notorio. Todos lo han visto, y es inútil nega lo que ven Jos ojos. Propongo una solución. Para que 1l.C! ,se difunda más entre el pueblo esa curación extraordina– ria, conminémosl~s a que no vuelvan a hablar más ni de !la curación ni del nombre de Jesús. -Muy bien-dijeron todos. -¿Aprobado?-.preguntó Ana,s muy satisfecho. -Aprobado-gritaron todos.
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