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B A J O E L A N I L L O D E L P E S C A D O R 167 ,en organizarse una verdadera manifestación. El tullido, materialmente asido de la mano de Pedro, no cesaba de .decir en alta voz a todos los que encontraba que aquel hombre a quien acompañaba era el que le había dado la ;Salud. Los qrie le oían miraban con admiración, unas veces, al enfermo, y otras veces, a Pedro, y pensaban si serfa .algún dios que había bajado a la tierra y tomado forma humana para hacer bien a los hombres. Pedro, al ver aquella multitud enardecida, preparada .como nunca para recibir bien cuanto saliese de sus labios, comenzó a hablar así : -Varones israelitas : ¿ Por qué os maravilláis de esto y por qué nos estáis mirando a nosotros como si por :vir– tud o potestad nuestra hubiésemos hecho andar a este hombre? El Dios de Abrahan, el Dios de Isaac, el Dios de J acoh, el Dios de nuestros padres, ha glorificado con este .prodigio a. su Hijo Jesús, a quien vosotros habéis entre– gado y negado en el tribunal de Pilato, juzgando éste que debía ser puesto en libertad. Mas vosotros renegasteis del Santo y del Justo y pedisteis que se os hiciese gracia de la vida de un homicida; disteis la muerte al autor de la :vida; pero Dios le ha resucitado de entre los muertos y nosotros somos testigos de su resurrección. Ahora, hermanos, yo bien sé que hicisteis por ignorancia lo que hicisteis, como también vuestros jefes. Si bien Dios ha cumplido de esta suerte lo anunciado por la boca de todos los rprofetas en -orden a la pasión de su Cristo. Haced, pues, penitencia y ,conve11íos, a fin de que se borren vuestros pecados. ***
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