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162 SILVERIO DE ZORITA '--;¿Pero estos hombres no son de Galilea? ¿Pues l:!Ómo nosotros les oímos hablar en nuestra lengua? Esto es un milagro asombroso. -No-'añadían otros más atrevidos o más cínicos-, es que están embriagados y lo que dicen son frases extrañas con el exceso del :vino. De pronto, entre la multitud se produjo gran silencio. Pedro, alzando la :voz, gritó : · - ¡ Oh :vosotros, judíos, y todos los que habitáis en J e 0 rusalén ! Estad atentos a lo que :voy a deciros, y escucha<\ bien mis palabras. No están éstos embriagados, ~orno sos– pecháis vosotros, pues no es más que la hora de tercia, sino que se verifica lo que dijo el profeta Joel : «Sucederá en los postreros días, dice el Señor, que Yo derramaré rui espíritu sobre todos los hombres y profettzarán vuestros hijos, y :vuestras hijas y vuestros jóvenes tendrán visiones,,. y vuestros ancianos revelaciones en sueños.>> ¡ Oh hijos de Israel! A Jesús de Nazaret vosotros le habéis hecho morir clavándole en la cruz por mano de los impíos, pero Dio11 le ha resucitado, librándole del horror de la muerte, sien– do como era imposible quedar él '.(>reso por ella en tal lu– gar. Porque ya Da:vid en persona de Él decía : «Tenía siem– pre presente al Señor ante mis ojos, pues está siempre a mi diestra, para que no experimente ningún trastorno; }:>or tanto, se llenó de alegría mi corazón y resonó mi lengua en voces de júbilo. y mi carne reposará en la esperanza que no dejarás mi alma en el sepulcro, ni ,permitirás que el cuerpo de tu santo experimente la corrupción.» Al terminar de pronunciar Pedro su discurso, el cora– zón de BUS oyentes estaba cambiado y de los ojos de todo.. brotaban lágrimas de arrepentimiento. ---¿ Qué hemos de hacer?---se oyó preguntar.

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