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B A l O E L. A N I L L O D. E L P. E S C A D O R 115 - ¡ Hosanna al Hijo de Da:vid1 El grito de Pedro fué como una explosión. De todos los pechos brotaron otros semejantes, y a los pocos momeI1• fos, más que la entrada de una caravana de judíos ,que ve– nía a adorar a Yah:vé, parecía la entrada de un gran rey en la capital de su reino. Uno de los apóstoles arrancó una rama de oli:vo y co– menzó a agitarla en el aire. El ejemplo no tardó en cun– dir. Todos los brazos se alzaron inmediatamente con ra– mas verdes de palmera o de oiivo. El trayecto hasta la puerta de la Ciudad fué una continua ovación. ;--'- j Bendito sea el que :viene en el nombre del Señorl.. , - ¡ Hosanna en las alturas! ... Los apóstoles, al ver que Jesús recibía aquellas acla– maciones sin protestar, creyeron que, efectivamente, ha– bía estado esperando aquella hora para manifestarse como rey de Israel. ;......:,¡ Qué táctica tan admirable la suyá!-.;decía Pedro-. íj Ha sabido esperar hasta el momento •precisoT ·¡ Ahora, nada podrán contra él sus enemigos! ¡ Verdaderamente qye nos ha guardado para ➔ fin la mayor de las sorpresas'!:... En medio de la multitud enardecida se mezclaron al– gunos fariseos, los cuales, no pudiendo disimular su :mal humor, dijeron a Jesús: ,......Maestro, reprende a tus discípulos. ¿No ves que esfo puede ser causa de un motín y de ·que las legiones ro;manas fomen por su cuenta la :venganza? Jesús los miró con ira. Conocía perfectamente los pen– samientos torcidos de aquellos miserables, y les contesto 11ecamente: -Dejadlos que griten, pues si ellos callasen, voceartail las piedras.
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