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XVI ¡/J EDRO estuvo relativamente tranquilo durante los cua• tro días que siguieron a la entrada triunfal de Jesús en la Ciudad Santa. Jesús, después de las grandes y acaloradas disputas sostenidas con l9s ;fariseos, se retiró, ya anochecido, a la soledad de Betania, Esta determinación ru.é una garantía de seguridad. La noche siempre fué apta para preparar emboscadas, y la oscuridad ;fué la mejor compañera de los ladrones y de los criminales. - Todo israelita _que llegaba a Jerusalén a celebrar la fies~ ta de la Pascua tenía obligación -de pasar la noche del jue– ves dentro de los muros de la Ciudad. No se ocultó a Pe– dro este detalle, por lo que, a eso de las tres de la tarde, se acercó a Jesús y le preguntó por el lugar donde queda «comer la Pascua». ~Maestro-;le dijo-, ¿ dónde quieres que preparemos lo necesario para esta noche? -Al entrar en la Ciudad-;dijo a Pedro y a Juan'--', en– contraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua, se~ guidle a la casa donde entrare y decid al amo de la casa:: «El Maestro dice, ¿ dónde está la sala en la que yo he de comer la Pascua con mis discípulos?» Y él os ·mostrara una sala alta, grande y amueblada. Allí haréis los prepa– rativos.

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