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BAJO EL ANILLO Dk:L PESCADOR 11 Lcwará en vino sús vestidos, :Y en la sangre de las uvas su ropa. Brillan por el vino sus ojos, y de leche blanquean sus dientes ..." ¿No está en esto bien claro el advenimiento del Mesías? ¿Acaso el cetro de Judá no ha pasado a manos de un incir– cunciso? ¿No es Herodes el que hoy empuña ese cetro del cual habla nuestro padre Jacoh? -Tienes razón, Jonás, la profecía está bien clara. Y sólo nos. resta contemplar al profeta que nos diga dónde •está el Mesías. Pero con esta conversación nos hemos olvi– dado de que el dí.a va declinando y de que tenemos que volver a Cafamaún. -No os iréis sin hacer la oración de la tarde en nues– tra compañía-dijo J onás-. Además, ¿ qué prisa hméís en volver? En mi casa hay cama en donde poder pasar la noche. Y a sabéis que las leyes de la hospitalidad son en nuestro pueblo sagradas, y mi mayor honra es teneros hos– pedados en mi casa. Ahora no puedo mostraros a mi hijo, pero dentro de unos minutos le podréis ver. La oración la recitaré hoy teniéndole en mis brazos. Nunca como en este día subirá fervorosa y emocionada hasta el trono ,fo Y ahvé. Envuelto en 1pañales, una de las vecinas puso ante Jo– nás a su hijo primogénito. Se encendieron las lámparas de aceite, reinó un religioso silencio, y J onás comenzó de este modo su oración, con los ojos húmedos por las lágrimas y teniendo en sus manos al recién nacido : <<¿,V as a estar siempre irritado contra nosotros y vas a prolongar tu cólera de generación en generación? ¿No vas a devolvernos la vida para que tu rniehlo pue, da gozar en. ti?

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