BCCCAP00000000000000000000913
140 SICVERIO DE ZORITA Pedro y Juan .caminaban silenciosos hacía el .cenáculo. '¡ Qué distinto aquel caminar del día anterior, cuan• do prepararon lo necesario · para la Pascua!... ¡¡ Parecía increíble que en tau breve tiempo hubieran podido suce– der tantas cosas'! ... Cuando Pedro y Juan llegaron al cenáculo, había salido el sol. Magdalena, con los ojos rojos de Horar, al ver a Pe– dro, que también lloraba, lanzó un grito desgarrador. -a¿Qué ha sucedido al Maestro? -Tranquilízate-le dijo Juan~; hasta ahora, nada grave. Juan llevó a Pedro ante Miaría, la Madre de Jesús, que estaba pálida como la cei:a. 'i Parecía un nardo recíén cortado!! Pedro se arrojó a sus pies llorando. ~¡He negado a Jesús! No soy digno ·de perdón. -Pedro, .tus lágril\laS me dicen que estás arrepl;lntido, y tú sabes que mi Hijo siempre '.()erdona. Levántate. -Recuerda ahora-añadió Juan,_las palabras del Maes~ tro : <<Simón, Simón, Satanás os busca para aecharos como trigo. Pero Yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.)) -Lo recuerdo perfectamente, Juan. -'Pues entonces, deja que tu :fe te salve y tus lágrima!'; laven tu pecado. En el cenáculo sólo se oían, de cuando en cuando, los suspiros de María y de Magdalena y los sollozos entreco1-'ta– dos de Pedro, que no podía olvidar la mirada dulce y pe~ betrante de Jesús.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz