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]06 SILVERIO DE ZORITA Jesús, que .tan duro e inflexible se había mostradc, con e! joven i-ico, fué todo generosidad y esplendidez para Pe• dro y para los que, como él, deja;en todas las cosas 'por .su amor. -En verdad os digo que vosotros, los que me habéis , seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente sobre el trono de su gloria, os sentaréis también vosotros sobre doce tronos 1)ara juzgar a las doce tribus de Israel. Reinó un silencio extraño. El ~-enunciar a los bienes de la tierra iba a ser recompem¡ado con el honroso oficio de jueces en el í·eino del Mesías. Las doce tribus, es decir; todo el mundo, incluso los ricos, serían juzgados por ellos. Pedro sonrió de satisfacción y dió por bien dejadas to– das las cosas de Cafarnaún. El reino mesiánico ~~taba a punto de fundarse, y él y sus compañeros eran los felices mortales elegidos, no sólo. para disfrutar de los hi(;ines del reino, sino también para .administrar justicia en él. Llegaroh a la Ciudad ya mediada la fiesta. Era la de los Taherná_culos, una de las más populares. Había sido establecida para •conmemorar la larga peregrinación ·del pueñlo de Dios a trav.és del desierto durante los cincuenta :años que transcurrieron desde la salida de Egipto hasta lá entr~d~ en la tierra· de promisión. Además de esté símbolo de liberación, tenía por firi dar gracias a Yahvé •por los frutos recogidos durante el año. Se celebraba en 'el mes de ~eptiembre, cuand~ toda la coses -cha, aun la más tardía, estaba ya en éasá. El trigo, aca-'
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