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de Jesús, tanto en la asistencia masiva a los actos de culto, como en la afluencia extraordinaria a recibir los sacra– mentos de confesión y comunión e, igualmente, concu– rrencia creciente a la adoración de la imagen todos los viernes y muy especialmente el primer viernes de marzo, en que se hizo necesario dar comienzo a la adoración a las doce de la noche del jueves para terminarla a las dos de la mañana del sábado siguiente: En ese día ha ido subiendo el número de Comuniones, pasando de 15.000 a 22.000 y hasta casi 35 .000, mientras que los que llegaban a besar el pie de la imagen alcanzan la cifra de más de 45.000, siendo incalculables los cientos de miles que se contentan con entrar en el templo y dirigir desde él su oración al Nazare– no. Otra manifestación de ese amor a Jesús y de esa devo– ción tiene lugar en la tarde de Viernes Santo, en que la sagrada efigie es llevada procesionalmente por las princi– pales calles de Madrid, en medio de una muchedumbre incalculable, que, a su paso, se arrodilla reverente, le acla– ma con entusiasmo y le reza con fervor. Precisamente por eso se echaba de menos una carroza donde digna y solem– nemente pudiera ser llevada la imagen. Tal deseo y aspira– ción se convirtieron en gozosa realidad en 1945, siendo el artista malagueño Francisco Palma Marcos el encargado de su hechura, resultando en verdad la obra elegante, bella y grandiosa sobremanera. Aparte de lo indicado hay que hacer notar que, como se deja suponer, también las con– gregaciones o cofradías establecidas en la iglesia, cobraron nueva vida y vigor, aumentando notablemente en número. Muestra y prueba de ello son, entre otras, las que se dan a continuación. La Esclavitud, que en 1939 contaba sola– mente 1.491 socios, tenía en 1949 el respetable número de 8.000, que ha ido subiendo posteriormente. Asimismo, en 1947, la Archicofradía de los J uevés Eucarísticos llegó a 91
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