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lada y Virgen de la Divina Providencia; fueron igualmente recuperadas otras llevadas fuera; también los ornamentos y utensilios sagrados, etc., de tal modo que a fines de mayo, las funciones religiosas y el culto marchaban con relativa regularidad. De todos modos la convicción de todos era que debía iniciarse una etapa de restauración y reforma que exigían las circunstancias y los tiempos. Y, en efecto, así se hizo en esta iglesia, tanto por lo que mira a la parte material como a la religiosa y espiritual. En cuanto a la parte material se fueron realizando diversas obras y reformas que br~vemente se enumeran sin bajar _a muchos pormenores. Así, en el altar mayor, se compuso y arregló el expositor y el retablo, que más tarde se cambió; se colocaron convenientemente en sus respecti– vos altares las imágenes, tras del arreglo y embellecimiento de aquellos; se trajeron nuevas imágenes de San Antonio y de la Sagrada Familia; igualmente el altar de San José y del Cristo de la Misericordia, llamado luego "de los tore– ros"; se fueron componiendo o reponiendo bancos y con– fesionarios, etc. Y también se llevó a cabo, si bien más adelante, la pintura total de la iglesia, operación repetida varios años después. Y, entre las realizaciones de otro género, las vidrieras de la Capilla Sacramental o de la Inmaculada, cambiadas por otras de color, lo que se hizo igualmente con las de la iglesia bastantes años más tarde. Finalmente, en el propio camarín de Jesús se efectuaron, a su vez, obras de embe– llecimiento y de seguridad. Pasando ahora al plano espiritual y religioso, es preci– so consignar que, a partir de la terminación de nuestra contienda, se advirtió pronto un resurgimiento notable en la piedad y no menor renovación en el fervor y devoción. Esos efectos se pusieron bien de manifiesto en la iglesia 90