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quienes sigilosamente por la noche abrieron la caja, en– contrándose en ella la imagen de Jesús. Estaba tan llena de humedad , según han referido los propios testigos presenciales, que hasta la túnica interior se hallaba materialmente empapada e incluso había co– menzado ya la humedad su obra destructora en algunas partes, sobre todo en los dedos de los pies. Por eso, de no haber sido encontrada a tiempo, se hubiera perdido la imagen irremisiblemente. Al siguiente día del hallazgo se dio parte de todo al general Miaja, entonces gobernador de Madrid, a Marga– rita Nelken y a otras personalidades rojas , acudiendo to– dos con curiosidad a los salones contiguos a la sacristía, donde había quedado depositada la imagen. Identificada previamente, como era en razón, se deliberó sobre lo que convenía hacer de ella. Muchos fueron los pareceres . Mas un buen día se pre– sentaron inopinadamente ante la iglesia varios camiones de guardias de Asalto, con orden terminante del general Miaja de hacerse cargo de la imagen y llevarla con todo secreto a Valencia. En la iglesia del Patriarca, de dicha ciudad, convertida circunstancialmente en museo, estuvo depositada hasta los últimos meses de 1938, en que fue transportada a Figueras,_y de aquí a Ginebra, con objeto de que formase parte de la Exposición de Arte, que allí se proyectaba. Pocos meses después la guerra española toca– ba a su término. Tras aquellos primeros momentos de confusión, que siguieron a la liberación total de España, el primer cuida– do de los Superiores fue averiguar a ciencia cierta el para– dero de la imagen. Sabedor el entonces P. Provincial, Agustín de Corniero, de que, efectivamente la imagen se encontraba en Ginebra, mandó que el Padre Laureano de Las Muñecas se trasladase a aquella ciudad e hiciese las 86

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