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ron especial atención a la Esclavitud de Jesús Nazareno, que, como se dijo, brotó espontánemente de esta devoción y había grupos en su seno a los más espontáneos y fervo– rosos . Por desgracia, a la llegada de los Capuchinos y hacerse cargo de la capilla y de la imagen, no llevaba vida próspera y floreciente . Por eso fue uno de los mayores empeños desde 1895 al aumento del número de los escla– vos o cofrades, pero sobre todo que su fervor fuese aún mayor que el número, lográndolo al fin, aunque tuvieron que vencer no pocas dificultades. Así, entre otras cosas, llevaron a cabo, en 1907, la reforma de las Constituciones por que se regía la Esclavitud, adaptándola a los tiempos modernos y exigiendo a los esclavos bastante más que las antiguas, entre otras cosas, la Comunión mensual. Cuando en 1922, según luego se dirá, la capilla de Jesús fue derribada para construir nueva iglesia, el culto se trasladó a una capilla provisional erigida en dos pisos del nuevo convento de Capuchinos, recientemente cons– truido. En dicha capilla, en un altar también provisional, donde fue colocada la imagen de Jesús, que podía ser adorada todos los viernes cómodamente. A esa capilla provisional fueron trasladadas igualmente las restantes imá– genes, continuando, asimismo, funcionando las respectivas congregaciones o cofradías. A las mencionadas se agregó, en 1926, la Archicofradía de los Jueves Eucarísticos. Y, por lo que hace a la Esclavitud de Jesús, una vez más, en 1926, con objeto de darle más impulso, nueva reforma de sus constituciones . En el mismo año se llevó a feliz realización de que Jesús Nazareno tuviese su himno propio, que pudiera ser cantado en cuantos cultos se cele– brasen en su honor. Para ello se sacó a concurso tanto la letra como la música. Efectivamente, hecho el concurso, fue elegida la letra presentada por el P. Mauricio de Bego– ña, Capuchino , y luego la música fue compuesta por 75
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