BCCCAP00000000000000000000912

novena en septiembre, se dice, como algo especial, que, al terminar la función de la tarde, los fieles podían adorar la imagen de Jesús, según se acostumbraba hacer los viernes del año. Posteriormente, por ser en los viernes de Cuares– ma más concurridos los cultos y numerosa la asistencia, también se permitió la adoración de la imagen por la mañana, a las doce y media, como de costumbre, y asi– mismo por las tardes, a las siete y media. Y así, poco a poco, a medida que entre los fieles se iba incrementando la devoción a Jesús Nazareno , se hizo necesario ir aumen– tando esas horas de adoración. Muy particularmente concurridos han sido siempre los primeros viernes de marzo. Ya en 1900 se decía que "desde antes de las seis de la mañana hasta las ocho de la noche, la iglesia, con el patio, estuvo enteramente llena de gente, y millares de fieles desfilaron y besaron la venerada ima– gen". Ese número se calculaba en 1907 que pasaría de veinte mil. Mas, a medida que van pasando los años, se ven esos primeros viernes de marzo más y más concurri– dos. Ya se hace necesario que la adoración se inicie a las doce de la noche del jueves al viernes y se prolongue incluso hasta las dos de la mañana del sábado. Y ahora no son ya veinte mil las personas que pasan a adorar a la imagen: se calculan muy aproximadamente unas cuarenta y cinco mil, siendo incomparablemente mucho mayor el número de aquellas que se contentan con dirigir sus ora– ciones desde la iglesia sin poder acercarse al Nazareno. Las "colas" interminables de fieles que ese día se for– man ante la iglesia, se han hecho ya célebres en toda España y aun en el extranjero; en ellas esperan paciente– mente su hora de adoración los madrileños, muchos devo– tos de la provincia, también grari número de personas venidas de distintas ciudades y pueblos de España y aun de fuera. 73

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz