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XIII DOS NEFASTAS EFEMERIDES Lo fueron efectivamente, y muy tristes y fatales para la historia patria como para la religión, la guerra de la Inde– pendencia y luego la exclaustración de 1835 . Cuando los franceses, con hipócrita fingimiento y des– carada alevosía, invadieron la Península en 1808, no son para contados los tesoros artísticos que entonces fueron robados, ni las iglesias que se vieron saqueadas y despoja– das de cuanto más valor encerraban en joyas y en arte, así pictórico como escultural. Cuántos cuadros de subido va– lor desaparecieron entonces y cuánta plata fue arrancada de nuestras iglesias catedrales, parroquiales o conventua- .. les. Dígalo, entre otras muchas, por no citar más que un ejemplo, la catedral de Granada. A ese robo sacrílego y desenfrenado despojo se añadió el que muchos templos fueron presa de la tea incendiaria del enemigo invasor, o por él derribados con barbarie inaudita, mientras otros sufrieron irreparables daños en su exterior y más aún en su interior: en sus retablos, altares, etc. Por otra parte, los religiosos, que, a decir verdad, no fueron los que menos trabajaron e influyeron en aquel glorioso levantamiento del pueblo español contra el inva– sor francés, sufrieron posteriormente y de rechazo una verdadera y cruel persecución en sus conventos y en sus 65
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