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Jesús, como lo estaba diciendo a voces su estilo barroco. Todo el conjunto formaba cuerpo aparte de la iglesia de los Trinitarios, con la cual únicamente tenía comunicación por el crucero de la parte del Evangelio, lo que justamente desfiguraba un tanto la buena armonía del templo trinita– rio. En el interior era más bien reducida, llevando en sus paredes pilastras jónicas y formando en cierto modo dos cuerpos, uno terminado en su centro .por una cúpula, y el otro, correspondiente al presbiterio y altar mayor, rema– tado en forma de cascarón o media naranja; respondían, con toda seguridad, el del crucero a la obra de la primitiva capilla, y el otro a la prolongación efectuada en 1716. Posteriormente se labró el retablo, en cuyo interco– lumnio se veneró la imagen de Jesús Nazareno, hecho todo él de ricos mármoles, traídos de unas canteras que el duque de Medinaceli tenía en sus posesiones de Andalucía. Su construcción debió tener lugar hacia 1736 ó 1737, año en que un ilustre predicador capuchino, el P. Pablo Fidel de Burgos, compuso una poesía bajo el título de Corona laureada, "con motivo de la colocación o reposición de la imagen de Jesús Nazareno en los Padres Trinitarios Des– calzos de Madrid". Dicho retablo, falto, en opinión de algunos, de la buena regularidad de la arquitectura, des– pués de derribada la capilla para construir la nueva iglesia, ha sido colocada en ésta y forma el actual altar del cruce– ro, dedicado a San Francisco de Asís. Mas no eran tanto los ricos mármoles lo que llamaba la atención del visitante en esta capilla, sino que "lo más notable es la veneración que se da a esta santa imagen de Jesús Nazareno", según confiesa un historiador de media– dors del siglo XVIII; y de tal modo fue aumentando esa veneración y el culto extraordinario que se le tributaba, que borró la advocación y título que tenía el propio con– vento de Padres Trinitarios que era el de la Encarnación, 52
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