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talla y estofado; una Santa Lucía, de cuerpo natural y vestida, y, por fin, una lámina de San Ildefonso, ponién– dole Nuestra Señora la casulla." Para que ese rescate fuese completo, también se logró el de los ornamentos sagrados que fueron encontrados en la iglesia de Mámora, como casullas, albas, amitos, cor– porales con sus bolsas y hasta los Misales, y juntamente una corona y dos diademas de plata, mas varios rosarios de diferentes imágenes. Así bien clara y específicamente nos lo describen los cronistas trinitarios, añadiendo que todo fue traído a España. Y, por lo que a las imágenes se refiere, fueron llevadas, como ya indicamos, de Mequinez a Tetuán, sucediendo en ese recorrido hechos prodigiosos. De aquí fueron trans– portadas a Ceuta y luego a Gibraltar, de donde fueron llevadas a Sevilla, en la que entraron "sin registro de infi– nitas guardias, que, además de las ordinarias, que son muchas, en aquella ocasión estaban multiplicadas y más atentas por ocasión de la peste de que se guardaba la ciudad con todo rigor, y así fue cosa maravillosa, viniendo las santas imágenes en unos cajones muy grandes, carga– dos en unos machos, que pasasen por medio de las guar– dias sin llegar a reconocer ni registrarlas". Difícil es determinar el tiempo que las imágenes per– manecieron en Sevilla: quizás hasta que los Padres que habían efectuado la redención, terminada ésta, pasaron de Africa a la Península, determinando entonces que así los cautivos como las imágenes fuesen llevados a Madrid. También de este largo, recorrido sucedieron algunos pro– digios que no se nos refieren en particular. A la coronada villa, corte entonces de Carlos II, vamos a seguirlas igual– mente nosotros, para asistir a las fiestas que en su honor han de tener lugar. 43
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