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diciembre, la pronta entrega de los tres mil doblones y que se efectuasen sin demora el tan ansiado rescate, de– biendo ser preferidos a las imágenes los cautivos "por ser éstos imágenes vivas de Dios y más de su agrado y servicio de Vuestra Majestad librarles de los peligros y riesgos en que están". Sin embargo, no sabemos si esos tres mil do– blones, equivalentes a diez mil pesos, llegaron a cobrarse a fin de cuentas, no obstante las reclamaciones del Conse– jo, que se hicieron más urgentes a medida que le iban llegando noticias de Africa, que señalaban al principio la apostasía de algunos niños y más tarde también la de 93 hombres. Justamente cuando en el mes de junio el Consejo de Guerra votaba el enunciado presupuesto para el rescate de los cautivos de Mámora, estaban los Trinitarios Descalzos preparando una nueva redención, que habría de ser la decimocuarta, a contar desde la reforma. Y es que el rey les había ordenado con apremio el pronto rescate de 35 soldados que estaban igualmente cautivos en Africa. Mas , en vista de esa decisión del Consejo, los Trinitarios apro– vecharon la ocasión para pedirle su ayuda, alegando que en septiembre pensaban hacer redención en Mequinez, Fez y Tetuán, y, entre los que se proponían rescatar, se encon– traba también un capítán cogido prisionero en Mámora. Y puesto que el rey había dejado en libertad para que el rescate de los cautivos de Mámora pudiera hacerse por medio del P. Andrés de La Rubia o de los Mercedarios o de los Trinitarios, el Consejo decidió se entregase a estos últimos la cantidad designada para el rescate de los cauti– vos y de las imágenes, tanto más cuanto que precisamente iban a hacer esa redención en los lugares donde aquéllos se encontraban. Fueron, pues, en definitiva, los Trinitarios Descalzos los encargados de efectuar ese rescate, además de la razón 38
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