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VI LA IMAGEN DE JESUS NAZARENO EN PODER DE LOS MOROS Ya hicimos observar anteriormente que España no sacó el debido partido de las ventajas que le ofrecía la posesión de la fortaleza de Mámora para asegurarse otras conquistas en Africa y emprender desde ella nuevos ata– ques contra los moros. Muy lejos de eso aquella plaza estuvo por desgracia bastante abandonada y desprovista; no llegaban a ella ni los comestibles ni los bastimentas suficientes; no se hacían en sus fuertes y murallas las repa– raciones necesarias, como tampoco se la proveía de muni– ciones para su defensa, la que estuvo confiada a gente castigada en su mayoría. Por otra parte, los moros, que se daban cuenta perfecta de aquella situación precaria, pues no faltaron traidores y desertores que se pasaron al campo enemigo, no cejaron nunca en sus frecuentes asaltos, que, por fortuna, fueron fácilmente rechazados. Mas llegó un día en que el rey de Fez, Muley Ismael, se propuso dirigir contra aquella fortaleza un ataque a fondo. Estaba entonces al frente de Mámora, en calidad de gobernador, D. Juan Peñalosa y Estrada, que había llegado a dicha plaza el 3 de mayo de 1680, encontrándola muy desprovista de medios de defensa y necesitados de reparo sus fuertes y murallas. Además, el barco que de continuo habían tenido los españoles anclado en la des- 32
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