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de los ornamentos, vasos sagrados, etc., necesaria para el culto de aquella iglesia, tuvieron que habérselas por sí mismos y hacer frecuentes viajes a la Península con tal objeto. Pero, aparte de eso, creemos que los Superiores harían con Mámora lo que sabemos hicieron con Melilla, a donde el Padre Provincial, Alejandro de Granada, en– viaba, en 1665, "mil quinientos ducados de ornamentos para la iglesia e imágenes de primorosa escultura". Ese hecho nos da sobrado fundamento para suponer que lo propio habría dicho el P. Provincial con Mámora, cuya iglesia se encontraba tanto y acaso más necesitada de ornamentos y de imágenes; y, ¿por qué éstas no habrían de ser a su vez de primorosa escultura? Como en Melilla, también en el Peñón de Vélez de la Gomera y en Mámora había Capuchinos a los que el P. Provincial de Andalucía, como Superior, debía proveer de cuanto necesitasen. Tenemos asimismo otro hecho cierto y muy digno de atención que viene a confirmarnos en la verdad de lo expuesto, es decir, que la imagen de Jesús Nazareno pro– cede del convento capuchino de Sevilla y que de allí fue llevada por los Capuchinos a Mámora por los años 1665 a 1668. Fue justamente por esos años cuando el gran Murillo pintaba para la iglesia de Capuchinos de Sevilla los céle– bres y a la vez numerosos cuadros que ahora enriquecen el Museo de Pinturas de aquella ciudad. Como era de suponer, y así se hizo efectivamente, cuantas imágenes había en los altares fueron reemplazadas por aquellos cua– dros, parte de los cuales son de asuntos franciscanos. Nada más natural y lógico que esas imágenes, retiradas ahora del culto, fuesen más tarde enviadas a otros conventos o iglesias que se hallaban de ellas necesitadas. Tenemos tam– bién sobre esto un dato concreto y seguro en lo que pasó con el convento de Ubrique al poco tiempo de su funda- 30

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