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dolo, efectivamente, por haberla llevado de Sevilla a Má– mora. Dando, pues, por asentado y cierto que fueron los Capuchinos los que llevaron la imagen de Jesús Nazareno a Mámora, queremos también decir algo de su origen y tiempo en que fue transportada a la mencionada fortaleza. Según el citado documento que nos habla de la recla– mación de la imagen hecha por los Capuchinos, ésta había sido de los Capuchinos de Sevilla, es decir, que, antes de ser llevada a Mámora, perteneció a aquel convento capu– chino. Consiguientemente, se debe a los célebres imagine– ros de la ciudad del Betis, lo cual está diciendo también a voces la misma efigie, en nuestra humilde opinión, que no es solamente nuestra, sino de otros más autorizados y que más a fondo han estudiado la escuela sevillana de Escultu– ra. Ahora bien: quien haya sido el artista que la talló, es difícil averiguarlo. Quizá pudo ser Luis de la Peña o Fran– cisco de Ocampo, o, tal vez, según parecer de otros enten– didos, Juan de Mesa, y, en último término, uno de los discípulos más aventajosos de éste. Rasgos marcadamente coincidentes parecen se encuentran entre el Jesús del Gran Poder, el Cristo del Amor y este Jesús Nazareno, entre ellos la dureza de sus facciones y la majestad de su sem– blante. No podemos determinar la fecha en que fue hecha la imagen, como tampoco fijar el año en que se la llevó a Mámora. Consignamos, sin embargo, algunos datos que, al mismo tiempo que corroboran lo expuesto, nos pueden servir de guía para, con alguna probabilidad, concretar aproximadamente el tiempo en que los Capuchinos la lle– varon a la mencionada fortaleza. Ya apuntamos cómo los religiosos que allí prestaron sus servicios espirituales, en vista de que no se les proveía 29

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