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de las llamas "corriendo el fuego por toda la iglesia sin dejar lo bajo del suelo ni lo alto de la bóveda, que no encendiese lo activo de su llama, volviendo toda aquella aseada obra en negras y lastimosas ruinas". Además, según testimonio de los propios religiosos, de todo cuanto había en aquella primitiva fábrica, al tener lugar el incendio, "aunque toda la iglesia voló, se dejó intacto el tabernáculo donde estaba el Santísimo Sacra– mento y una imagen de María Santísima del Rosario, que estaba en el mismo altar". Justamente esa imagen de la Virgen del Rosario fue una de las que se rescataron con la de Jesús, como diremos más adelante. Consiguientemente, la imagen de Jesús Nazareno no estaba en la iglesia de Mámora cuando llegaron las Capu– chinos en 1645 . Sin embargo, allí se encontraba al ser conquistada aquella plaza por los moros en 1681. Por otra parte en todo ese tiempo únicamente los Capuchinos ejercieron allí su ministerio sacerdotal, y exclusivamente a ellos estuvo encomendado el cargo de capellanes. ¿Quién pudo, pues, llevarla sino ellos que pusieron todo su es– fuerzo en que se reconstruyese la iglesia, que tantos viajes hicieron a España para proveerla de ornamentos, de imá– genes y de vasos sagrados? Además de esas suposiciones, muy legítimas y conclu– yentes, existe otra prueba más clara y positiva aún, y que más directamente nos lleva a la misma conclusión, y es que los Capuchinos, ya en el siglo xvm, cuando los hechos eran aún recientes y estaban en la memoria de todos, reclamaron oficialmente la sagrada imagen, alegando "ha– ber sido antes de los Padres Capuchinos de Sevilla, a quienes la robaron con otras alhajas dichos moros". No creemos fuesen a reclamar dicha imagen, ya en aquellos tiempos, si no se consideraban con derecho a ella, tenién- 26
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