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costas africanas del Atlántico, en lo alto de una colina en sitio ameno y pintoresco, a 115 kilómetros de Larache y 25 de Salé. Para llegar a ella desde el mar era preciso adentrarse más de dos kilómetros por aguas del caudaloso río Sebú que, naciendo en las montañas de Tasa, ramifi– cación del Atlas, baña por una parte la mencionada colina antes de desembocar en el Océano. El origen de Mámora se debe al célebre Jacob-el– Mansur, conocido en la historia española con el nombre de Almanzor, quien, a fines del siglo XII, eligió dicha prominencia para realizar obras de defensa, que protegie– sen la entrada del río Sebú y sirviese de refugio a los barcos que, huyendo de los peligros del mar o de los piratas, buscasen allí seguridad y protección. Bien las po– dían encontrar pues el río Sebú, además de tener gran profundidad, ofrecía la ventaja de que su desembocadura estaba en un todo libre de escollos. Mámora fue conquistada en 1515 por los portugueses, quienes levantaron alrededor de la plaza una fuerte mura– lla defensiva, flanqueada por cuatro torreones cuadrados a modo de fuertes, quedando de este modo sobradamente defendida, mientras que lo estaba, a su vez, por la parte del río gracias a la pendiente existente casi perpendicular de la colina donde había sido edificada. En poder de los portugueses siguió solamente cinco años, volviendo a caer en manos de los moros, que la retuvieron hasta 1614, en que fue conquistada por las armas de los españoles. Mámora no ofrecía en tiempos pasados la posición ventajosa y estratégica que hoy tiene, situada en el empal– me de los caminos de Tánger, Fez, Marruecos y Mogador. No obstante fue muy codiciada su posesión, no por lo que entonces valiera, sino por ser refugio seguro de muchos piratas. Téngase presente que en aquel siglo XVII , el Mediterrá- 12

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