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Empezó a correr el tiempo. Cada día aumentaba el culto su fuer– za expresiva a los pie~ de Jesús. Cuando so!brevino la indignante inva– sión francesa de 1808, la iglesia y parte del convento de los Trinitari'os quedó destruída, sufriendo Ja capilla de Jesús Nazareno enormes desperfectos. Esto no fué una 'excepción: ¡ toda la Península hubo de per,der ,la mayor parte de sus riquez-as bajo el saqueo de la soldadesca brutal, tributo de todos !los tiempos y de todas las guerras! En vista de tales ,desafueros, y para evitar males mayolt'es, se trasladó J,a im.a– gen ·ª la parroquia de San Martín, en la 71