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Virgen a Zarngoza era cosa de la Tradi– ción, ésta bastaba. Es, pues, la Tradición una .fuent,e que respetaron siempre los nobles de la tierra. Dejemos que. nos cuente también en este caso lo que en– tra de llen:o en el mundo idel mi'la,gro, Cuando se estipularon las condiciones eii virtud ,de Jas cuales los españoles en– tregaban La plaza a sus nuevamente po– seedores, el irey moro hizo la oferta de dejar en lib.ertad al gobernador del cas– tillo y a su ,esposa, al que había ido en · calirdad de padamenta:rio y a su espo– sa; mas como dicho parlamentario era soltero, ·a ruegos suyns frneron puestos en lugar d.e .la inexistente· esposa los dos religiosos de Ja fotl'taleza, los cua– les renunciaron a su li'berla,d por seguir la suerte ,de los cautivos cristianos, en– tre los cuales se hallaba nada menos que la imagen de J,esús Nazareno. Tal heroÍJsmo, incomprensi!ble para los in– fieles, les va~ió toda suert~ ¡de injurias, azotes y ,cárceles sin ,cuento. Cuando llegaron los PP. Td'nitarios con el afán de rescatar a todos ,los caí- 47

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