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60 EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA comienzo, el desarrollo y la consumación de toda vida espiritual perfecta están precisamente aquí. Tenemos que hacer todos los días casi lo mismo; pero hemos de procurar hacerlo cada día mejor. Es decir, procurar que nuestra oración, con unas mismas palabras, vaya diciendo más cada día: o por la nueva intensidad de lo que se dice, o por el nuevo alcance que el alma da a su decir. Difícil ciencia, ésta del buen orar. No se consigue a fuerza de estudios, sino de actitud humilde y sincera delante de Dios. Es una de esas cosas «que se escon– den a los listos y sagaces, y se revelan a los peque– ñuelos».

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