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¿QUIEN ES ELLA? 57 ple mujer, no diosa, para que en él encontrara «digna morada» el Espíritu Santo. ¡El Espíritu Santo, que es Santidad infinita, Pureza, Amor, Luz... , total Hermosura! Por otra, una plegaria, bien corta en palabras, pero casi desmesurada en el alcance de lo que pedía. ¡Ahí es nada, vivir según el Corazón de Dios! ¡Si el nuestro anda tan flojo, y con tan encontradas apetencias ... ! Chocan en él, y es choque de cada día, la herencia del viejo Adán, el primer pecador, y lo que de arriba se ha puesto en nosotros, como germen y posibilidad de una nueva criatura en Cristo. Difícil papeleta la nuestra. Lo más fácil, es lo que menos nos conviene; lo más «natural», lo que peor puede resultar para nuestra naturaleza. Procurar que nuestro corazón se vaya "conforman– do» al Corazón de Dios es una empresa decisiva; el secreto de la más alta existencia está ahí. No me extraña, pues, que el gran encargo de Fátima haya sido el mismo que repite desde Cristo toda voz genuinamente cristiana: purificar a fondo nuestro nada limpio corazón. Y cuánto puede ayudar en la tarea, poner asidua– mente corazón frente a Corazón: el manchado nuestro frente al Inmaculado de Ella.
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