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¡,QUIEN ES ELLA,? 53 Por los primeros, se adelantó a vivirlo el apóstol Pedro, después de sus «negaciones» ... Según antigua y muy fundada tradición, el infeliz apóstol, en el terrible desconsuelo y vergüenza que sintió después de su co– bardía, verdaderamente incalificable, tuvo la feliz ocu– rrencia de ir con sus lágrimas donde la Madre de Je– sús. Pensaba que si Ella le acogía... iY cómo le aco– gió! Pedro lloró entonces, en sus brazos, como nunca. Pero ¡con un llanto tan inefable! Por los segundos, se adelantaron a vivirlo todos aquellos que formaron pronto el ala dolorida de la Igle– sia naciente... También la tradición nos dice que Ma– ría tomó como «lo suyo», en el seno de aquella comuni– dad cristiana, el desvivirse por los más necesitados: de pan o de cariño, de salud o de ánimos, de ropas o de esperanza... Los «dolientes» no podían hacerse a la idea de que Ella, algún día, llegase a faltar. Para todos y cada uno de nosotros, hay, pues, una certeza maravillosa: cuando ya no nos quede nada ni nadie que invocar, nos quedará siempre el recurso a la que está en situación única: más cerca que nadie de Dios, más cerca que nadie de los hombres. Y aquí se acaba la HISTORIA que vengo tan sucin– tamente comentando... La más bella historia que se ha vivido jamás. Una historia, que empezó con cierta niña pobre, con cierta pobre jovencita de un oscuro,. atrasado y vulgar
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