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46 EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA la resurrección de los muertos; y como en Adán he– mos muerto todos, así también en Cristo seremos to– dos vivificados. Pero ¡cada uno a su tiempo! El prime– ro, Cristo; luego, los de Cristo, cuando El vuelva» (1 Cor 15,20-23). Mas no para todos 'los de Cristo' ha sido esto de tener que esperar hasta que El vuelva ... Alguien se nos ha adelantado, para consuelo y seguridad de cuan– tos habremos de seguir en la espera. El 29 de junio de 1968, Pablo VI hablaba así, 'urbi et orbi', desde la Plaza de San Pedro: «Creemos que la Bienaventurada Virgen María, la Inmaculada, acabado el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial; y hecha semejante a su Hijo, el resucitado de entre los muertos, ha recibido ya, por adelantado, lo que aguarda a todos los justos.» * * * Lo que felizmente expresan esas palabras, venía siendo creído y celebrado en la Iglesia desde tiempo inmemorial; mas a partir del 1 de noviembre de 1950 ya tiene para todos la categoría suprema de 'dogma de fe'. Fue Pío XII quien lo proclamó: «Después que una y otra vez hemos elevado a Dios nuestras preces suplicantes e invocado al Espíritu de Verdad: ,,para gloria de Dios Padre Omnipotente, que otorgó su particular benevolenci,a a la Virgen María,

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