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44 EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA zando cada nueva y mayor entrada en la áspera zona del Sufrimiento Redentor. * * * Frente a esa Mujer, que no pudo equivocarse, ¿qué pensar de ese cristianismo que tanto se nos propone ahora: sin renuncias, sin inmolación, sin cruz, más para «vivir» que para dar la vida? « La atención a la Madre Dolorosa -decía a los ca– tólicos alemanes el obispo de Ratisbona, Mons. Graber, en septiembre de 1968- nunca ha sido de tanta actua– lidad como ahora, porque ha de volver a despertar en nosotros el sentido del sufrimiento y de la Cruz, de la expiación y la penitencia, de las solas fuerzas que edifican la Iglesia. El gran malentendido de nuestros días está en creer que todo queda hecho con el aposto– lado psicológico, las celebraciones comunitarias en li– turgia popular, los consejos presbiteriales y parroquia– les... La Iglesia se edifica en la Cruz... , y precisamente en el momento en que la Iglesia nacía del Corazón abierto del Salvador, era María la que estaba con El, repitiendo una vez más el 'Fiat' de la Encarnación.»

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