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¿QUE PENSAR DE !ELLA? La respuesta no se deja a la endeble inspiración o gusto de cada uno. Para nosotros, los creyentes, la Ver– dad sólo tiene una voz de garantía: la de la IGLESIA. Pongo así IGLESIA, con letras mayúsculas, para in– dicar que se trata de la Iglesia en sentido pleno, a su más alto y decisivo nivel; no podemos aceptar en se– guida como voz de la Iglesia cualquier voz que salga de entre los que la formamos, aunque sea voz de sa– cerdotes, aunque sea voz de obispos... , a no ser que éstos se pronuncien sobre materias que les son pro– pias, en magisterio común, y bien asociados al sucesor de San Pedro. La voz de la Iglesia está en aquello «quod semper, quod ubique» (que siempre, que por doquier) ha sido tenido y enseñado como perteneciente a nuestras creen– cias cristianas, y que fieles y pastores vienen confe– sando en sus profesiones de Fe.

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