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EL RETROCESO ES PATENTE La cosa empezó por los teólogos, acabo de decir. Unos se aferraban al «De Maria, nunquam satis», de San Bernardo: «De María, nunca se dirá lo bastan– te»; otros, en cambio, creían que sí se podía decir; que incluso podía decirse demasiado... , que hasta se estaba diciendo. Tal estado de cosas se reflejó abiertamente en el Concilio. Para seguir con este asunto, peligrosamente delica– do, quiero que se escuche una voz más autorizada que la mía. Es la del obispo alemán de Ratisbona (Regens– burg), Mons. Rudolf Graber. En el curso de las famosas, multitudinarias y anua– les «Jornadas Católicas» de Alemania, que en 1968 se tuvieron en Essen, por el mes de septiembre, este pre-

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