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zones obstinados y convertir con su vista a los pecadores más endurecidos en sus vicios.» Esa es la verdad enseñada por la experiencia de en– tonces, de siglos posteriores y podemos añadir, sin temor a ser desmentidos, también de nues– tros días. La Esclavitud de Jesús Nazareno fue la co– fradía que brotó espontáneamente de esa de– voción y que agrupó en su seno a los más en– tusiastas y fervorosos. Como ya dijimos, no llevaba, por desgracia, vida muy próspera cuan– do los Capuchinos se hicieron cargo de la ca– pilla y de la imagen de Jesús en 1895. Fue uno de sus mayores empeños el que se aumentase el número de esclavos o cofrades y, sobre todo, que su fervor fuese aún mayor que el número, y lo consiguieron, teniendo que vencer no pe– queñas dificultades. Así, entre otras cosas, lle– varon a cabo, en 1907, la reforma de las Cons– tituciones por las que se venía rigiendo la mencionada Esclavitud, adaptándolas a los tiem– pos modernos y exigiendo a los esclavos bas– tante más que las antiguas, y sobre todo la Comunión mensual. Posteriormente se hizo ne– cesaria, por las mismas causas, otra nueva re– forma, efectuada en 1926, y, por fin, una tercera en 1943. Asimismo el número de esclavos fue aumentando considerablemente. Entre otras estadísticas, podemos aportar que en 1927 el número total se elevaba a 2.285, bajando esa cifra, por azares de nuestra guerra de liberación, - 85 -

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