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el nuevo camarín, que facilita grandemente la adoración de la imagen. Poco a poco esa nueva iglesia se fue comple– tando con la construcción de varios altares, llamando la atención de modo particular el que había sido antiguamente de Jesús y que se de– dicó a San Francisco, esbelto y brillante, sobre todo por sus mármoles jaspeados. Otro tanto pudiera decirse de los altares que se dedicaron a la Inmaculada, Divina Pastora, Virgen de la Divina Providencia, San José y San Antonio. Pero los Capuchinos no han echado en olvido que su iglesia es, ante todo, un santuario de Jesús Nazareno. En ella el centro del culto vie– ne a ser principalmente dicha imagen. Por eso se atiende a realzar de especial manera las mu– chas funciones que en su honor se tienen anual– mente, así en todos los viernes como particular– mente en los de Cuaresma, siendo señalado entre todos el primer viernes de marzo, en que las manifestaciones de fervor y de devoción a la imagen rebasan los límites de los más céle– bres santuarios. Y no hay para qué añadir que la novena resulta siempre muy concurrida, de– vota y solemne, sobre todo desde que en 1926 se trasladó· su celebración para el mes de octu– bre, haciendo que coincidiese el último día con la festividad de Cristo Rey. Además, como ya hemos hecho notar, la ima– gen de Jesús fue sacada todos los años en con– currida procesión por las calles de Madrid en -78-

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