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bía durado medio siglo, después de. la exclaus– tración de 1835. Vivían ya desde 1881 en la co– ronada villa, aunque en morada provisional. Su deseo hubiera sido volver a ocupar aquel con– vento y aquella iglesia de San Antonio, que por fortuna se conservaban en toda: su integridad, gracias al cuidado que habían tenido algunos Capuchinos exclaustrados, que lograron ser de– signados capellanes por el duque de Medinaceli cuando tomó posesión de la iglesia en 1844. Pero no obstante sus esfuerzos y reiterados intentos, no pudieron conseguirlo. En 1890, como dijimos, fueron derribados to– talmente el convento y la iglesia de San Antonio del Prado. Sus bellas imágenes fueron distri– buidas entre varias parroquias de Madrid. Pare– cida suerte cupo a la iglesia y convento que , habían sido de los Padres Trinitarios Descalzos. En cambio, la capilfa de Jesús, para que no fue– se derribada, fue adquirida por la duquesa de Santo Mauro, la cual, en nombre de su hijo, me– nor de edad y duque de Medinaceli, y a ruegos del P. Joaquín de Llevaneras, la cedió generosa– mente a los Capuchinos, y de ella tomaron po– sesión el 7 de julio de 1895, así corno de la casa contigua y de cuanto en una y otra había. Justo es consignar aquí cómo se encontraba entonces aquella capilla del Nazareno. En pri– mer lugar se destacaba el retablo del altar mayor, hecho de ricos mármoles; en su inter- -73 -
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